lunes, 31 de agosto de 2009

Inauguración


Hola,


Este blog es para gente que quiere a los animales, gente que quiere informarse de las cosas malas que les suceden e intentar evitarlas, gente que quiere, lo mejor para ellos, que es lo mínimo que se merecen.


Me parece justo, empezar con una carta de despedida.


Un momento amargo, momento muy triste, pero sin duda, triste por la felicidad que dió.


Hace algunos dias, en el diario La Vanguardia, en la sección de cartas de los lectores, leí una carta que redactaba una perona de l'Estartit, que se despedía de su perro, mejor dicho, de su gran amigo. Decía así:


"Adiós a Pinky"

Hace unos días murió Pinky. El corazón de nuestro queridísimo grandullón ya no daba para más. Era el héroe de todos los niños del pueblo. Venían a diario a nuestro jardín a acariciarlo y a jugar con él, pues tenía devoción por los más pequeños. Muchos turistas de los que repiten destino año tras año le traían regalos de sus países de orígen: su simpatía dejaba huella. Siempre aguardaba junto a la puerta nuestra llegada, estirado, ladeando su inmensa cabeza sobre sus patas blancas. Llegar a casa era una fiesta. Si alguien de la familia estaba enfermo, se tumbaba al lado de la cama con paciencia infinita. Sus lametazos eran el mejor despertar. Te hacía sentir que cualquier día es motivo de alegría.

A veces era un trasto, es verdad. Su condición de gourmet le había llevado a darse algún banquete nocturno en la cocina. Una inmensa cola que movía constantemente, y sobre la cual no parecía tener ningún control, se había llevado por delante más de un jarrón. Su hobby preferido, la carrera de calcetines robados, solía acabar con agujeros imposibles de zurcir. Nada, sin embargo, que su inmensa bondad no compensase.

A Pinky lo encontramos hace más de un decenio, abandonado y herido, en el centro de Barcelona. Nunca habíamos planeado tener perro. Pero no pudimos resistirnos a su mirada de bonachón. Qué inmensa suerte que no lo hiciéramos. Lo que nos ha dado a lo largo de todos estos años va mucho más allá de la fidelidad que suele decirse que todo perro tiene a su amo. Nos ha dado amor en mayúsculas, compañía y un enorme bienestar. Ha sido un miembro más de la familia.

En un país en el que siguen abandonando miles de perros, espero que esta historia sirva para concienciar a la gente, en especial en la época a la que nos acercamos ahora de vacaciones estivales. Abandonar a un perro es un acto deleznable, cobarde y egoísta que merece, entre otras cosas, el más profundo rechazo social. Y a quien se deshizo de Pinky sólo puedo decirle que no sabe lo que se perdió."


Desde este blog, te doy las gracias Pinky por demostrar que un perro abandonado, no tiene rabia ni tiene rencor, solo busca cariño, el mismo que nosotros.

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